miércoles, 13 de abril de 2011

La Oficina

II. El sobre

Texto: Selene Serene
Un día eterno... ¿cómo voy a concentrarme en mi trabajo después del incidente del ascensor?
Aquí estoy, aturdida, sentada, pensando...
Me pregunto si se nota que no llevo braguitas. Estoy incómoda, la minifalda que llevo ha convertido la situación en peligrosa, por lo que al cabo de un rato siento las piernas casi entumecidas después de tanto tiempo con ellas cruzadas, primero la derecha sobre la izquierda y cuando empieza a ser incómodo, apenas un segundo para cambiar la postura, y así constantemente, por si acaso... si tengo un descuido cuando mi jefe me está mirando -cosa que hace constantemente-, la situación puede ser tremendamente embarazosa.
Por otra parte, no dejó de pensar en el hombre del ascensor. No sé ni su nombre ni en qué departamento trabaja, ni qué puesto ocupa, lo único que sé es que me gusta
Esta mañana me ha quitado el tanga, casi humillándome públicamente, y no le he dicho nada, me he dejado hacer sin reaccionar y sin poner ningún obstáculo, como si fuera algo asumido, normal, cotidiano… y sin embargo, el juego me fascina, me absorbe, me excita de forma incontenible.
Con estos pensamientos en mi cabeza, por fin llegan las 14:00h - He pedido la tarde libre, mis nervios no pueden soportar la tensión. Me voy. Paso por el cuarto de baño primero y... cuando vuelvo a recoger mi chaqueta veo un sobre de color rojo oscuro sobre mi mesa. Leo mi nombre escrito. Es una letra de pulso firme y extendido, los trazos verticales de las letras sobresalen de forma intencionada hacia arriba y hacia abajo sobre una caligrafía de letra “tumbada”, pulcra, minuciosa y precisa, casi milimétrica.
Cuando no puedo soportar más la espera, cuando mi corazón ya late a mil por hora, abro el sobre, temblando y al tiempo con todo mimo, no quiero que se rompa, sólo acceder al interior para leer el mensaje que Él me ha dejado. Con el papel en la mano echo un vistazo a mi alrededor, me parece que mi excitación es tan notoria, que todo el mundo se da cuenta, pero no, todos mis compañeros siguen con la cabeza metida en la pantalla de su ordenador.
"Hola Selene: Te has portado muy bien esta mañana, y el buen comportamiento siempre tiene su recompensa. Mañana vendrás a la oficina sin ropa interior, ni braguitas, ni sujetador. Nada más llegar, inventarás una excusa con tu jefe para venir a verme en mi despacho (planta 9, al final del pasillo principal) sobre las 9h. Ah, una última cosa, cuando entres en mi despacho no hables. Te aseguro que nos entenderemos perfectamente sin tener que aburrirnos con explicaciones y preámbulos.
Hasta Mañana. No me falles."

Leo y re-leo la nota, repetidamente, en la oficina, en la calle, en el tren, en casa... hasta tener el texto memorizado, grabado permanentemente en mi cabeza. No puedo pensar en otra cosa. Ceno y, sin hablar con mi marido, me acuesto en la cama donde enseguida me duermo, casi con prisas, para que pueda dejar de pensar en Él.

1 comentario: